Cuando Venecia a colación se saca,
siempre hay alguien que exclama : "Oh, divina".
Viví allí una semana y mi retina
no comparte la loa y la alharaca:
Había más nipones que en Osaka,
los canales olian a letrina,
me esquilmó un comerciante en cada esquina
y una paloma me pringó de caca;
hormigueaba un tráfago agobiante
de gente diletante y filistea,
todo costaba a precio de diamante
y encontrar buena mesa era odisea,
y por si todo lo dicho no fuera bastante,
contraje en un garito gonorrea.
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