Guzmán el Bueno escucha la vileza
que le anuncia el morito mensajero:
"Tenemos a tu hijo prisionero
tú eliges : o Tarifa o su cabeza".
Flaquear es humano y no es bajeza
ceder ante el chantaje traicionero :
sólo a Abraham Dios sometió primero
a una prueba de tal naturaleza;
Pero Guzmán el Bueno, el super bueno,
entregó su puñal al enviado,
y le dice sereno : Ve, agareno,
dale un último abrazo a mi hijo amado,
y si manchar no quieres tu gumía,
en nombre de Tarifa, usa la mía "