miércoles, 16 de marzo de 2011

Rocinante

El rocín viejo y flaco de QUIJANO
que brioso corcel un día fuera,
añora su vigor de primavera,
cabizbajo el mohín, el belfo cano:
Se acabó el gambeteo cartujano,
se acabó el galopar por la pradera;
ya barrunta el retiro y sólo espera
la quietud merecida del anciano.
Pero un día se ve por los caminos,
liado en aventura y en combate,
topando con yangüeses y molinos,
incado en el hijar el acicate...
y piensa el más leal de los equinos:
"Mi amo, a la vejez, se ha vuelto orate".

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