miércoles, 16 de marzo de 2011

Lutero

El buen Luzbel se reencarnó en Lutero
para gritar " nom serviam" al Papado:
así emergió aquel fraile iluminado
con voz de azote y voluntad de acero;
semilla imponderable, grano fiero
que creció en baobab abigarrado,
entre las indulgencias abonado
con el estiércol corruptor del clero.
Por su sinceridad, por su entereza,
por su talante crítico y buído,
por no humillar, lacayo, la cabeza
al rasero del dogma establecido,
pocos hombres le igualan en pureza,
de cuantos puros en el mundo han sido.

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