miércoles, 16 de marzo de 2011

Mi biografía

Yo he sido un mariposón
un culo de mal asiento:
Casi no hubo profesión
a la que no echara un tiento,
 ni tuve una ocupación
que me dejara contento;
la perseverancia es don
 contra mi temperamento.
A lo once años de edad
me metieron capuchino,
fue contra mi voluntad;
ese no era mi camino:
yo buscaba libertad
y el convento era un botrino;
 seis años !qué eternidad¡
vestí el hábito cetrino.
Al salir, mi madre hoy muerta,
aunque no se lo pedí,
 me dio en herencia una huerta,
así que hortelano fui,
pero la tierra es incierta
y un buen día la vendí
ante la primera oferta:
La azada no es para mí.
Siguiendo asesoramiento
de un hombre con poca vista,
por explotar mi talento
fui a estudiar de periodista,
pero se "jodió en invento"
porque en la España franquista
escribir era un tormento
y me borré de la lista.
Marché después a London
siendo casi treintañero
y allá, en la Pérfida Albión,
me hice un "as" del fregadero,
fregué platos mogollón:  
En el Reino Unido entero
no hubo más ducho fregón
ni español más jabonero.
Tras dos años "impolutos"
macilento y sin un real
y con los pelos hirsutos,
volví al terruño natal
y me puse a criar cutos,
lo que no me fue tan mal,
pues saqué de tales brutos
un pequeño capital. 
Por continuar mi trasiego
y harto de tanta inmundicia,
 a los negocios del juego
me condujo la codicia;
pero me dieron el pego,
 pues caí como novicia
en burdel y no lo niego:
Cara pagué mi estulticia.
Huyendo de tal sangría,
y a medias con un sobrino,
con los cuartos que aún tenía
de mi período porcino,
monté una carnicería;
mas de culo todo vino
y pronto la dejaría
si no la dejo, me arruino.
 Luego, por poco dinero,
abandonando el jabugo,
adquirí un aserradero,
al Destino así le plugo,
 y en él sudé un año entero,
pero saqué poco jugo,
que en el gremio del madero
yo era, sin duda, un tarugo.
Bar abrí a continuación
en barrio de mala estampa
y, aunque tuve aceptación
por que soy hombre sin trampa,
se acabó pronto el filón
pues me cayó toda el hampa:
Drogas, manguis y...el copón.
Y eché el cierre a ver si escampa.
Después, ya peinando canas,
me dediqué a cerrajero:
Hice verjas y persianas
a mi modo chapucero,
 hice puertas y ventanas
como hace todo herrero,
pero como buen "juanlanas",
lo que no hice fue...dinero.
Y ahora, en mis postrimerías,
 lejos de la vida inquieta
de profesiones baldías,
sin más mira ni más meta
que dejar pasar los días
de una senectud discreta
con más penas que alegrías,
me he metido yo a POETA 

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