Tampoco era terciopelo
para mí Daniel de Estella,
que en primar la cara bella
ponía todo su celo.
Le tomé una vez el pelo
sin maldad y ..!allá fue ella!
Por un poco me estrella
contra las losas del suelo.
Narciso como un doncel,
rodeábase de su clan
a sus gracias siempre fiel,
de su liderazgo, fan;
lo que más recuerdo de él,
su acusada nuez de Adán
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