martes, 8 de noviembre de 2011

El hombre

Allá en los tiempos de Maricastaña,
cuando Dios aún vestía de paisano,
 el mundo era un pensil verde y galano,
donde el amor plantaba su cabaña :
el gato del ratón no era alimaña,
cortejaba la tórtola al milano,
la oveja al lobo le llamaba hermano
y la mosca jugaba con la araña.
Pero un día fatal, un día aciago,
apareció un extraño en el ejido,
y allá empezó la guerra y el estrago,
y el llanto y el dolor y el alarido:
tenía el bicho aquel ojos de endriago
llevaba un arco y caminaba erguido. 

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