miércoles, 1 de febrero de 2012

Felipe González, carolingio

!Qué alegre, qué pletórico, qué hueco,
estaba en Aquisgrán el Presidente¡
Bastaba, por decirlo vulgarmente,
que casi no cabía en el chaleco.
Y no era para menos el orgullo:
!el premio Carlomagno¡, una diadema 
que no se da a voleo o a barullo;
sino sólo a la crema de la crema:
distinción bien ganada y merecida,
por luchar y abogar sin embarazo,
 a favor de una España a Europa unida,
tras siglos de deriva y de rechazo:
es justo pues, que Europa, agradecida,
le otorgue el carolingio espaldarazo. 

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