La sed de Cristo en él tomó figura,
bautizar fue su gloria y su contento,
su aliento, la oración sin desaliento,
tener que descansar, su desventura;
amor, su enfermedad y su locura,
las almas, su tesoro y alimento,
su pena, no ser raudo como el viento,
tener sólo dos brazos, su tortura ;
Era su fe tan firme, tan entera,
que más ardientemente no creyera,
si a Cristo con sus ojos contemplara ;
su amor, tan entregado y tan profundo,
que un Dios a quien odiara todo el mundo,
amándole Javier, se contentara
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