sábado, 10 de diciembre de 2011

Zaragoza

Eolo, el caprichoso zar del viento,
lo eligió como sede y oficina,
y aunque Neptuno no le dio marina,
el Ebro agua le da sin miramiento.
El valor mostró aquí afeminamiento
en la recia figura de Agustina
y la jota, que nace levantina,
alcanzó madurez y sentimiento.
Bastión contra los bárbaros del Norte,
un Pilar a la España peleona
es todavía su mayor aporte;
Descansillo de lujo que jalona 
la escalada catalana hacia la Corte,
Zaragoza, la eterna segundona.

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