Un dramaturgo cualquiera,
que odiaba al gran Benavente,
dándose con él de frente,
un día, en estrecha acera,
dijo : " A un sarasa la acera
no le cedo yo por nada ".
Sin acusar la andanada,
respondióle Benavente :
" Pues yo no hallo inconveniente ",
y se bajó a la calzada.
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