jueves, 11 de agosto de 2011

Longinos

El Centurión romano no comprende
las palabras del reo agonizante :
Perdonar al verdugo es aberrante,
cuando del palo de una Cruz se pende.
Ni tampoco ve claro a qué propende
prolongar el suplicio a aquel bergante;
así que, de un lanzazo terminante,
el corazón del condenado hiende.
Y aquel lanzazo marcará un destino;
al tiempo que remata una agonía
desde su compasiva idiosincrasia :
El lancinante Centurión Longinos
el culto alcanzará y la nombradía
como Santo Patrón de la Eutanasia

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