jueves, 11 de agosto de 2011

Al venerable Esteban de Adóain

Un ínfimo villorrio, recóndito y remoto
vio nacer a este adusto, fogoso misionero,
que azuzó las conciencias de un continente entero
desde la Cuba grácil hasta el Apure ignoto.
Apóstol cuyo celo nada pondría coto
con planta y con talante de un Isaías fiero;
alérgico a las laicas tijeras del  barbero,
su barba en catarata llegábale al escroto.
Pregonando virtudes,milagros y favores,
Gumersindo de Estella luchó como un jabato
por verlo en los altares, con fe descomunal :
Fue inútil : Fray Esteban, nada amigo de honores,
no ve con buenos ojos el rango de Beato;
prefiere el venerable, que tampoco está mal.  

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