Vivo estás en la estatua y en la escuela;
te adora aún el corazón rifeño
paladín de un país pobre y pequeño
que ante el yugo extranjero se rebela;
espejo, inspiración, guía y espuela
de quien de la guerrilla hace su empeño,
despertador del africano sueño,
que navega al futuro tras su estela.
A medida que crece tu figura
se apagan en olvidos merecidos
muchos caudillos de caricatura;
Viriato entre las cárcavas te aplaude,
y en nombre de los pueblos oprimidos,
te da Hochimín matrícula "cum laude".
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